De una manera general a partir de la afirmación que
“el cuerpo humano es un sistema celular y que en el núcleo de cada célula se
encuentran los ADN y que estos contienen el plano característico (blueprint) del cuerpo al que pertenecen
e identifican”; podemos afirmar que
precisamente es el sistema celular y específicamente los ADN, los
elementos energéticos constitutivos básicos, que hacen del cuerpo humano una
entidad energética.
.
Las células son las poseedoras de la energía y las
portadoras e intercambiadoras de información. Una sola célula del cuerpo
humano, realiza aproximadamente seis trillones de operaciones por segundo; y
debe saber simultáneamente, que están haciendo las otras células al mismo
tiempo. Es decir, existe una correlación infinita entre las células del cuerpo
y los diversos niveles en la intensidad de la energía y el consecuente
intercambio de información entre las células, que hacen que el ser humano
sienta de una manera u otra (amor, odio; dulzura, amargura; alegría, tristeza;
atrevimiento, temor; dolor, alivio; etc. ...)
.
Una célula está viva y saludable, cuando se encuentra
en proceso de intercambio continuo, en perfecto estado de balance y equilibrio.
Cada célula da y apoya a las otras; y a la vez es alimentada recibiendo de las
otras. Cada célula está permanentemente en estado dinámico y mientras está
viva, nunca cesa su proceso continuo de dar y recibir, con la máxima
eficiencia. UN PROCESO
ENERGETICO PERMANENTE.
.
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